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Ficcionar es crear una historia ficticia a partir de un hecho real. No confundir con friccionar.

Aunque siempre se dice que la realidad supera a la ficción, a veces ocurre que una historia real queda a medio camino, pudiendo haber seguido un curso distinto, más divertido o más dramático, romántico o incluso trágico.

El ejercicio se puede hacer a partir de experiencias propias o bien inspirarse en experiencias narradas acá y darles un giro para transformarlas en una experiencia (ficticia) diferente. 

La extensión es libre, aunque es preferible párrafos breves. Inspirarse en Santiago en 100 palabras (pueden ser 1000 también o menos) o en un microcuento, la idea es ejercitar la capacidad de síntesis. Puede ser un párrafo unico también. Usar el tipo de narrador que les dé la gana.

Por supuesto también están invitadas las chicas que deseen participar, sería muy entretenido leerlas.

Se animan?..Comienzo yo:

Titulo: Xtra Lach

La chica me espera en cuatro con la cola parada. Lo primero que me dice sin mediar preámbulo es “chúpamela”. Me sorprende, pero ordenes son órdenes. Mientras estoy en esa faena me mira de reojo y decide que debo metérselo. Saca como por arte de magia un condón. Yo noto que es algo grande para mi realidad pero ella insiste en que está bien. Decide ponerlo con la boca, con cierta dificultad y lo chupa por un buen rato, lo que a mí obviamente no me da gran placer. Pero ella no me engaña. En su perfil decía oral C/C.

Al entrar y salir noto que el preservativo sigue algo suelto y para precaver que se vaya a salir o quedar adentro lo afirmo con los dedos, así como si estuviera estrangulando un purito ..XD. Se nota que ella es dominante y sus instrucciones son breves y precisas. Le gusta que le chupen y den en cuatro, no admite cambios. Al cabo de un rato estoy de vuelta en la ducha.

Cuando salgo, ella ya se ha duchado en otro baño, está vestida y dice vamos. No encuentro sentido a lo que dice, pero lo dejo pasar. Me despido, salgo y noto con sorpresa que me sigue. Con una seña me indica que también baja. Viene con una mini xtra corta, con su vientre xtra plano al aire y sus pezones erectos se traslucen en el peto que lleva puesto. Luce xtra sexi. Ruego para que el ascensor venga vacío. Es el piso 12 de 23. Viene casi lleno. Baja?, pregunto ( típica pregunta huevona de ascensor). Baaja responde una señora. Lo iba a dejar seguir pero ella me empuja desde atrás. Me pongo los lentes de sol y entro como si no la conociera. No le hablo, fijo la vista al piso pero noto que todos nos miran. Transpiro helado.

Cuando íbamos por el piso 2 ella me “susurra” al oído en voz alta y creo escuchar : “el cnddon eda Xtra lach con detaddante y padece que te lo puse aldevé podque se me dumió abajo y la dengua tambien¡¡”. No me doy por aludido, salgo de ahí corriendo como si se me fuera a ir la micro. A lo lejos escucho las carcajadas y siguen resonando en mi cabeza por horas hasta entrada la tarde. 
 

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"Te sientes solo? Puedo arreglar eso".

Sábado al mediodia, pasó la semana dura del trabajo, llegó el finde y ese momento de ir donde aquella persona que en su regazo ayuda a desconectarte de esa rutina monótona y rodeada de trabajólicos enfermizos, el tan llamado "descanso del guerrero" está a la vuelta de la esquina, agendamos y todo se concreta como lo planificado.

Nos encontramos y damos placer bajo el son de Two Feet, la recorro con la misma vitalidad de un muchacho de 20 años, posturas varias y orales mutuos. Hablamos de nuestras vidas, del futuro, la actualidad, etc... logro acabar dos veces como esperaba pero procurando que ella se sienta cómoda, que mi visita es no sólo por goce personal sino mutuo.

Pasó la hora, nos despedimos con un rico beso yo sin saber si habrá una próxima vez, ese encuentro lo disfruté como el último de mi vida, grabo su sonrisa en mi memoria; en el fondo sé que volveré pero el futuro siempre se mueve, pueden pasar improvistos o al menos esa idea rumia en mi mente... pido un Cabify y regreso a casa liberado de ese estrés acumulado, con el cuerpo ligero. En la noche veo sus stories en instagram... le escribo algo? No sé, a veces no quiero traspasar esa barrera, soy un tipo que después de ese encuentro en el ring de cuatro perillas deja el disfraz, y mi rol del personaje de aquella saga duró esa hora, después sabré si sigue otra temporada, siempre queda en uno algo del personaje tras el actor pero es algo que guardo como un sagrado tesoro.

Pasa el domingo raudo... llega el lunes y mi alter ego del "buen empleado" tipo Peter Parker o Clark Kent gritoneado o alabado según la ocasión retoma su lugar, pensando en su próximo encuentro pero sin desenfocarse en su presente.

 

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La teen de mis sueños me deja plantado busco alternativas me contesta Maura de lek subo me recibe una chica joven,linda dos centimetro mas alta que yo o sea mide 1,70 baño pago y se acuesta a mi lado nos besamos con pasión luego empiezo a chupar uno de sus pechos mientras con una mano acaricio el otro pecho y con la otra mano la masturbo meto un dedo luego dos se moja bastante parece disfrutarlo y así estuvimos por unos 40 minutos luego me dice que no aguanta más que se lo meta, pone condón se sube cabalga rico un rato mientras nos besamos acabo, ducha y pa la casa mas felíz que perro sin pulgas.

PD: la verdad que el relato no es ficción sino un asi recuerdo de la única musa en el mundo mundial que sabía exactamente lo que a mi me gusta hacer sin que yo se lo dijera,fue mi regalona y un par de veces la fui a ver a la universidad donde ella estudiaba y así iba seguido durante dos años hasta su retiro 😩

 

 

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Nostalgia

Después de ver esa obra de teatro, que nos animo a conversar mientras caminábamos, escuchamos el sonido lejano de una melodía alegre y festiva, al poner atención descubrimos cuál era y antes que dudaras tome tu mano y comenzamos a bailar. En ese instante descubrí tu alegría en toda su expresión, sentir tu cuerpo entre mis brazos, al verte, pude percibir esa mirada cómplice que da esa certeza de estar imbuidos en el momento presente, que todo es posible. Cuando parecíamos sellar eso un beso nos interrumpió el sonido de tu teléfono y la realidad se hizo presente de golpe, el romance que se dió sucumbió ante lo emergente y compartimos el viaje en el tren subterráneo con un silencio y tu mano sobre la mía. Al despedirnos nos dimos un abrazo que aún atesoro.

De volver a vivir un momento, sin duda esa tarde sería la elegida con la salvedad de apagar tu teléfono y dar espacio a la posibilidad de estar juntos.

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hace 13 horas, Solito dijo:

Nostalgia

Después de ver esa obra de teatro, que nos animo a conversar mientras caminábamos, escuchamos el sonido lejano de una melodía alegre y festiva, al poner atención descubrimos cuál era y antes que dudaras tome tu mano y comenzamos a bailar. En ese instante descubrí tu alegría en toda su expresión, sentir tu cuerpo entre mis brazos, al verte, pude percibir esa mirada cómplice que da esa certeza de estar imbuidos en el momento presente, que todo es posible. Cuando parecíamos sellar eso un beso nos interrumpió el sonido de tu teléfono y la realidad se hizo presente de golpe, el romance que se dió sucumbió ante lo emergente y compartimos el viaje en el tren subterráneo con un silencio y tu mano sobre la mía. Al despedirnos nos dimos un abrazo que aún atesoro.

De volver a vivir un momento, sin duda esa tarde sería la elegida con la salvedad de apagar tu teléfono y dar espacio a la posibilidad de estar juntos.

Wow ¡… que buen relato señor @Solito 

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El exceso de carne...

(Sobre el Mundo ABC1...al estilo del Marquez...)

Por Carolina Errazuriz M.

Más que aburrirme, escribir de El Mercurio me complica. Primero porque es difícil no tenerle miedo…Es como mi papá. Le tengo miedo, pero a la vez fue el primer hombre del que estuve enamorada, el que por más que he dado vuelta por el mundo escapándole, siempre termino adorando y clavada en él. Siempre he querido culiarme a mi viejo. Y lo asqueroso de una chica como yo no es querer hacer eso, sino hacerlo y, además, con todo el resto del espectro. Y es ese mismo miedo es el que me hace ser violenta, excesiva y guarra con los hombres que identifico con El Mercurio: Los chicos bien que nos iban a buscar a la salida del colegio, los chicos de pantalón dockers, los chicos que van a misa, los chicos casados y con hijos, los chicos solteros con muchos masters internacionales y negocios prósperos, los chicos con familias numerosas y casa en la playa, los chicos nerds con mucho dinero, los chicos decentes y de apellidos…Los odio a todos y a la vez les tengo miedo y me los quiero tirar a todos. Por eso creo que me volví puta más pública, para que me despreciaran y no caer en la tentación. Para no lamer su mano que da de comer, sino sólo su verga hasta el fondo; para no dejar que me volvieran esclava a tiempo completo y terminar hecha un útero vestido en Alonso de Córdova o en el Mall La Dehesa; para no tener cada domingo un almuerzo familiar eterno en el que junto con parecer una santa y decente mujer, aprovecho de chuparle la verga al primo en el baño de la pieza de mis suegros; para no tener que rogarle a mi amo que me de mi dosis cada día sin sentirme que lo estoy exigiendo más allá de lo razonable para un buen proveedor y excelente padre de familia; para no tener que mentir con que voy a la peluquería, mientras salgo a fumar marihuana por el camino a Farellones con mi amigo de la infancia con quien me revuelco un poco, pero sin meterla porque eso sí que está mal, pero si nos toqueteamos no es pecado mortal; para no terminar en un confesionario llorando que soy infiel de palabra, obra y omisión; para no volverme una pobre niña rica con la zorra más apetecida del condado, pero sin poder soltarla para que los perros la persigan como desaforados y la lleven ante su dueño…Para no caer en toda esa mierda que odio y que a la vez me gusta, pero me doblega. Y creo que esta es una de las razones por las que escribo en este pasquín por tantos años. Porque no encuentro cómo culiar y amar ese hombre El Mercurio sin hundirme ni desintegrarme. Es una pendejada, lo sé.

Escribo porque quiero que a ellos le de asco y vergüenza ajena: Que vean mi boca llena de leche comiendo la verga de todos sus padres por debajo de la mesa de comedor mientras él habla: yo en cuatro, desnuda con tacos y un collar de perro que él tira con fuerza…

Que vean mi entrepierna roja y empapada siendo lamida por una jauría de perros de fundo…

Que vean a sus hijas mascando suavemente mis pezones duros…

Que vean mi lengua llena de saliva entrando y saliendo de la boca de sus abuelos moribundos…

Que mis tetas froten la entrepierna seca de sus madres…

Que mi culo reciba la verga de sus tíos, mientras mi entrepierna a la vez es clavada por sus hermanos…

Que sus nanas me acaricien y metan sus dedos en mi entrepierna y mi culo…

Que me vean en medio de su living sobre la alfombra persa desnuda, golpeada, sudada, culiada, ensangrentada, mordida, reventada con todas sus vergas, sus lenguas, sus culos, sus bocas, sus dientes…

Que todo el odio del mundo se vuelva exceso de la carne…

Amén.

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Wow fuerte relato @Living espero no toparme con alguien así no por falta de empatía sino que por mi propia salud mental no quiero cargar con alguien que vea a uno como un catalizador de sus odios y dolores internos.

Yo ya pasé por esa etapa de ser el paño de lágrimas de otra, el seudo sicólogo... porque me quedaban sus vibras negativas acumuladas en mí y las cargaba en mi diario vivir. Suena egoísta? Sí! Pero llega un momento en que das todo por otr@s y poco a ti mismo, pocos reconocen tu bondad y eso a la larga desgasta.

 

Ya. Me fui en la profunda...

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Este texto (extracto) cae en la categoría de ficción pero está basada en su propia experiencia, la de Catherine Millet, escritora y critica de arte (El libro se llama "La Vida Sexual de Catherine M. y fue todo un suceso en Francia cuando se publicó a principios del nuevo siglo)

“Puesta a dominar, prefiero montar a horcajadas a un hombre tendido de espaldas. La postura no tiene trascendencia sobre las funciones respectivas en el juego de papeles
Cuando yo era muy joven y quería dármelas de lista, llamaba a eso «la postura de la torre Eiffel». Una torre que cabalgaba el Sena, un Sena que habría sido un torrente que eleva la torre con su balanceo. El movimiento de émbolo, de arriba abajo, las nalgas que hacen un ruidito seco cada vez que chocan con los muslos del hombre; las circunvoluciones de un bosquejo de danza del vientre, que es el compás más pausado y el que se adopta para descansar o por fantasía; el bamboleo de adelante hacia atrás, que es el más rápido y, para mí, el más gozoso: conozco todo esto tan bien casi como la felación. Al igual que en ésta, la mujer controla la duración y el ritmo, y además disfruta, evidentemente, de una doble ventaja: la verga actúa directamente dentro del coño y el cuerpo se expone en un ángulo propicio, en contrapicado ante la mirada masculina. 

Y luego es gratificante oír que te dicen, alguna que otra vez: «Eres tú la que me follas... ¡Qué bien me follas!» Subes y bajas encima del manubrio como una funda bien engrasada. Gracias a esta soltura, a este dominio, si cierro los ojos veo ese mango desmesuradamente grueso y robusto, porque llena totalmente una cavidad que a su vez me parece ensanchada hasta las dimensiones de mi torso, y de la que se ha expulsado tan bien todo el aire que se adhiere plenamente al objeto. Es también una de las posiciones en que mejor se pueden ejercer pequeñas presiones sobre dicho objeto contrayendo los músculos de la vagina. Son señales que se emiten desde lejos, una manera de comunicar al otro que estás utilizando profusamente, sin trabas y a sus expensas, lo que le pertenece, que también piensas en él.

Todas estas maniobras son imposibles cuando la mujer, a horcajadas sobre un hombre, tiene el coño ocupado mientras el culo se dilata para permitir que un segundo hombre se introduzca en ella. Dos amigos que me empalaban de este modo aseguraban que a través de mis entrañas notaban el contacto de sus pollas respectivas, y que eso era algo especialmente excitante. No les creí más que a medias. Para mí, las posturas más o menos acrobáticas, o las que, como ésa, exigen limitar los gestos para ser factibles, o incluso las que te inmovilizan, producen sobre todo un efecto plástico. Te diviertes formando un grupo como lo habrían formado antaño unos modelos en una Academia, y lo que aviva el placer es menos el contacto entre cuerpos que la visión que se tiene de ellos tan bien ensamblados como piezas de un mecano. Emparedada así, yo apenas veía nada.”

Fragmento de: Catherine Millet. “La vida sexual de Catherine M”. Apple Books.

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